Mariano Cohn y Gastón Duprat: “Hacer una película es algo antinatural”

Por Enrique Aparicio · Fotografías de Manolo Pavón y Samantha López · 17 septiembre, 2021

Un místico maestro de actores y una frívola estrella internacional se miden en los ensayos de una cinta dirigida por una esperpéntica cineasta. Este triángulo creativo, que hace pivotar por primera vez juntos a Penélope Cruz, Antonio Banderas y Óscar Martínez, se mide en Competencia oficial, que lleva a Mariano Cohn y Gastón Duprat a San Sebastián, donde inauguran la sección Perlak. Una historia que satiriza el sacrosanto oficio de la interpretación y en la que los cineastas argentinos, nada “nostálgicos” del cine, hacen chistes sobre la industria desde dentro –el filme dentro del filme está financiado por un magnate farmacéutico deseoso de dejar huella en el mundo–. Esta coproducción hispanoargentina llegará a las salas el 14 de enero.

El cine dentro del cine es un género con una gran tradición. ¿Qué les atrajo a narrar una historia de las bambalinas?

Andrés Duprat: Quizás no tanto el género, porque por nuestra propia idiosincrasia no somos nostálgicos del cine, ni amamos el celuloide, ni vemos las salas como catedrales… Ese no fue el camino, sino que queríamos mostrar la cara b del proceso de creación artística que tienen los actores. De cómo hacen para transmitir emoción. Cuáles son sus estrategias, los diferentes métodos y escuelas… Ese fue el punto de partida.

¿Hay mucho de experiencias personales en la película?

Mariano Cohn: Como directores, no tenemos esa técnica de Lola Cuevas –el personaje de Penélope Cruz–. El origen de la película es el guion, escrito por Andrés Duprat y en el que colaboramos. Penélope nos propuso hacer una película con nosotros, después de ver nuestros trabajos –igual que Antonio Banderas–, y cuando nos reunimos les propusimos esta idea de mostrar el proceso actoral, algo que en las cintas siempre se ve terminado en el plato, y aquí se muestra la cocina. Cada uno aportó sus experiencias, y es trabajo de los periodistas y críticos poner los nombres reales que han inspirado estos personajes.

Uno, como director, es como un somelier de actores y técnicos. En Competencia oficial no hay un ejercicio nostálgico sobre qué es hacer una película, sino que se muestra como una actividad muy antinatural. A ese retrato le añadimos una pizca de maldad.

El proceso creativo está despojado de solemnidad. ¿Pretendían desacralizarlo?

GD: Personalmente, me interesa mucho ver cómo los actores interiorizan los personajes y luego se lo muestran al director. Eso me maravilla. Algunos momentos de la película están sacados de historias reales, aunque parezca increíble. Nuestro método va por otro lado: estar al lado de los actores, ser cómplices. Pero en muchos casos se da al contrario, se enfrentan a ellos para hacer brotar supuestas mejores performances artísticas. Para mí ese es un camino medio tonto, no hace falta torturar a nadie.

En una cinta que trata sobre la dirección de actores, ¿cómo ejecutaron esa tarea?

MC: Ahí el problema lo va a tener Penélope Cruz, para aceptar las órdenes de su próximo director [risas]. El punto de partida de la película era divertirnos, no solo al verla sino al hacerla. Los rodajes suelen ser muy aburridos, sobre todo para los actores, que tienen que esperar mucho entre plano y plano. Intentamos que el set de rodaje fuera una arena disponible para la actuación: no interferir, no cortar, tener una cámara testigo que no se entrometa demasiado. Rodamos escenas sin cortes de ocho, nueve, diez minutos, donde los actores podían interactuar libremente. Buscábamos esa espontaneidad que no suele existir por el propio planteamiento del rodaje. Este sistema solo se puede plantear con actores de primer nivel como Penélope Cruz, Antonio Banderas y Óscar Martínez. No fallan.

Dar los papeles principales estos intérpretes parece parte del artificio.

GD: Es cierto, necesitábamos actores con la autoridad y el background para ironizar con este tema. Y ellos lo tienen. Pero algo curioso: cuando terminamos el guion, sabíamos que la directora era mujer, así que ese era el papel de Penélope. Pero los personajes de los actores no sabíamos cuál iba para Antonio y cuál para Óscar. Se los dimos a elegir, y los dos pidieron los que han acabado haciendo.

MC: El título de la película también nos obligaba a estrenarla en una competencia oficial, y lo hemos hecho en Venecia. Así de soberbia es, no hubiera aceptado otra invitación.

Los personajes se mueven por espacios gingantescos, casi catedralicios.

MC: En todas nuestras películas hay un diálogo constante entre la arquitectura y los personajes, que consigue potenciar los encuadres. En este caso, el espacio apoya la idea de un terreno de juego actoral, donde las cámaras pueden estar lejos, y donde esos espacios fríos y enormes dejan al descubierto a los intérpretes, y nos permiten concentrarnos en su performance. Es como una pelea de boxeo, cuando se retira el banquito, suena la campana, y a pelear.

El rodaje fue interrumpido por la pandemia. ¿Cómo les afectó a la hora de encarar este trabajo?

GD: Ahora puedo decir que ha venido bien a la película. Llevábamos el rodaje a la mitad cuando paramos, y superados los siete u ocho meses de parón –y después de toda la incertidumbre de su podríamos terminarla, de si las agendas encajaban de nuevo– pudimos ver todo lo que habíamos rodado y continuar a partir de ahí. Normalmente uno no puede potenciar y mejorar lo que lleva hecho porque no da tiempo, pero nosotros pudimos. Un director se suele enterar de lo que ha hecho cuando termina, a veces para bien y normalmente para mal, porque no hay reflexión posible en un rodaje. En este caso la tuvimos. Pudimos complementar lo que habíamos hecho, saber lo que estábamos contando.

Llegan a San Sebastián para mostrar la cinta en Perlas tras mostrar la película en Venecia. ¿Qué esperan del certamen?

GD: Si podemos viajar, porque no es tan fácil desde Argentina, estaremos en San Sebastián y, aparte de como participantes, lo haremos como observadores, tomando nota para la segunda parte, Competencia oficial 2, que estará centrada en los festivales. Así que, ¡cuidado! [risas].

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