Apagón, una distopía postpandémica

Por María Gil · Fotografías de ©Valero Rioja y Emilio Pereda · 23 septiembre, 2022

Isabel Peña, Rafa Cobos, Isa Campo, Fran Araújo y Alberto Marini son las mentes detrás de esta serie, que se presenta en la sección oficial del Festival de San Sebastián fuera de concurso y que tiene como directores a Rodrigo Sorogoyen, Raúl Arévalo, Alberto Rodríguez, Isaki Lacuesta e Isa Campo

Los universos distópicos nos pillan más cercanos desde 2020. Por eso a la hora de aventurar cómo reaccionaría y se adaptaría el ser humano a un mundo sin electricidad, telecomunicaciones, ni medios de transporte, las reflexiones de Rafa Cobos, Isabel Peña, Isa Campo, Alberto Marini y Fran Araújo en la mesa de guion pasaron inevitablemente por lo vivido en la pandemia. Todos coinciden en que Apagón sería muy distinta sin haber experimentado una catástrofe global que “ha cambiado la percepción del público sobre el género apocalíptico”. Basada en el exitoso podcast ‘El Gran Apagón’ de José Antonio Pérez Ledo, la ficción de Movistar + comparte solo su premisa: una tormenta solar que inutiliza temporalmente la tecnología, y a partir de ahí vuela sola con cinco historias independientes cuyos títulos resuenan a las fases de un duelo: Negación, Emergencia, Confrontación, Supervivencia y Equilibrio.

Fue Fran Araújo “el único culpable”–en palabras de Rafa Cobos–, que les recomendó el podcast del que era fan y les sedujo con la utopía de “escribir una serie donde los guionistas fueran determinantes a lo largo y ancho del proceso de desarrollo”. En la mesa se reunieron cinco sensibilidades distintas, firmas de películas tan diferentes como El reino, La isla mínima, Entre dos aguas, El desconocido y series como Hierro, La unidad, Antidisturbios o La Peste.

“Creo que pocas personas habrán pasado tanto tiempo reflexionando sobre lo que implica un apagón, sobre las mejores luces, lámparas, sistemas de recogida de las aguas, lugares donde refugiarse, abastecimiento de medicinas y comida”, rememora Isa Campo sobre esos días de lluvia de ideas, de los que salieron con un mapa de trama coordinado, una visión común y una docena de posibles argumentos de capítulos de los que se quedaron con los cinco mejores.

“Los episodios muestran situaciones extremas donde los personajes tienen que tomar decisiones muy difíciles. Lo importante es entender las razones por las cuales cada uno hace lo que hace”, apunta Araújo, también coordinador creativo de Apagón, donde han tensionado situaciones y dinámicas ya presentes en el mundo actual para llevarlas al límite, buscando un tono hiper realista.

Y esta lucha por sobrevivir en ese mundo posterior al apagón ¿saca lo mejor o lo peor del ser humano? “El hombre no necesita situaciones excepcionales para sacar lo peor de sí mismo”, opina Rafa Cobos, que cree que lo peor es “lo más hermoso desde un punto de vista dramático”, tal y como decía Bolaño: “es bonito ver a un paracaidista descender por un cielo límpido de primavera; pero más interesante y por lo tanto más bello, verlo caer a plomo por ese mismo cielo con el paracaídas envuelto en llamas”.

“El hombre no necesita situaciones excepcionales para sacar lo peor” R.Cobos

“Ninguna situación excepcional va a convertir a nadie en mejor o peor persona, más bien potencia lo que somos, pero sí creo que hay gente que puede sorprenderse sacando una entereza o un coraje que quizá pensaba que no tenía, porque nunca antes había estado sometido a esa gran presión”, reflexiona Isabel Peña. “Era importante sentir que nuestros personajes, sin pasar por un apagón, podrían no haber cruzado hasta ahí jamás. O tal vez sí.”, añade Isa Campo.

Más optimista es Araújo sobre si el hombre es un lobo para el hombre: “Si nos hubiesen preguntado qué pasaría si hubiese una pandemia mundial, estoy convencido de que todos hubiésemos imaginado una realidad más pesimista que la que vivimos. Fue una sorpresa descubrir que la gente fue mucho más cívica, generosa y comprometida con lo colectivo de lo que cualquiera hubiésemos pensado”, asegura. “Apagón es una de las primeras series apocalípticas post pandémicas. Esto nos ha llevado a poder analizar con más claridad cómo reaccionan las personas”, corrobora Alberto Marini.

Peligro y oportunidad

A lo largo de los capítulos, el espectador ve como el apagón afecta tanto a profesionales y colectivos muy preparados, como servicios de emergencia o médicos, y también colectivos vulnerables como personas migrantes que trabajan en el campo, menores en riesgo de exclusión social o los habitantes de barrios marginales. Inevitable preguntarse si una catástrofe de estas características nos iguala a todos.

“Siempre hubo y habrá clases”, Isabel Peña

“En parte sí, porque la vida deja de ser lo que era, pero siempre hubo y habrá clases” –defiende Isabel Peña –“lo hemos visto en la pandemia: el virus pegó más duro en los barrios más humildes de las ciudades y las vacunas llegaron antes al primer mundo”.

“Un hospital moderno, completamente dependiente de la tecnología, y un barrio marginal, acostumbrado a cortes constantes de corriente, reaccionarían de forma distinta a esta crisis, estando el segundo mucho más preparado que el primero para afrontar la calamidad. Como en Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, cuando todo el mundo se queda sin vista, los ciegos son los que mejor están preparados para vivir en la oscuridad”, cita Marini.

En la serie se muestran varias perspectivas en torno a las desigualdades sociales y también explora la dicotomía campo-ciudad. “La parte positiva de una crisis de este calibre sería que nos permite cuestionarnos las ventajas e inconvenientes del sistema que dábamos por supuesto y hacer algo para cambiarlo”, afirma Campo, mientras que Cobos tira de simbolismos. “En el ideograma chino crisis significa peligro y oportunidad. Peligro porque el fin está cerca. Y hay que estar muy avispado si no queremos que nos trague irremediablemente. Y oportunidad porque nunca se dará otra igual si queremos cambiar un sistema impuesto”, analiza.  “Pero por otro lado corremos el riesgo de que las certezas morales y éticas de la vida ‘normal’ se pongan en suspensión”, avisa la guionista y directora.

Aprender o destruirse

Araujo señala la influencia del libro Crisis, de Jared Diamond, estudio que compara cómo los países hacen frente a sus crisis políticas en relación a cómo las personas afrontan psicológicamente las grandes crisis de la vida. Para los creadores de la serie, los títulos de los cinco episodios no solo remiten al duelo, sino también a las fases de una crisis, y hablan del apagón como un proceso.

“A diferencia de un relato apocalíptico, donde el mundo se deteriora sin solución, nos permitía generar un relato de crisis temporal, de adaptación. Y, por lo tanto, de aprendizaje, con fases y donde la situación evoluciona y puede dar lugar a una sociedad mejor o peor, al igual que un personaje enfrentándose al conflicto, aprende o se destruye”, analiza el guionista.

Tras toda la documentación, las sesiones de trabajo y los debates en el proceso de escritura, podría parecer que nadie más preparado que estos cinco guionistas para no destruirse ante esta hipotética situación. “Ni he acumulado pilas, ni me he mudado a una casa con chimenea, ni tengo la despensa llena de latas, nada. Desastre total”, desmiente Isa Campo. En el caso de Araújo, la obsesión se ha atenuado, pero quedan algunas huellas de la serie: “En mi casa ya nadie se va de viaje sin acordar previamente en donde nos reencontraríamos de nuevo en caso de que sucediese el apagón”, desvela. “Sospecho que reaccionaría con la misma ingenuidad e indolencia con la que el hombre ha enfrentado otras crisis importantes”, confiesa Cobos. Peña bromea: “Dejémoslo en que mejor que no haya apagón”.

 

Las fases de Apagón

Negación

“El objetivo era sentar las reglas y la lógica de lo que pasaría luego en la serie. Dejar explicado en qué consiste un apagón para que los otros capítulos pudieran volar sin tener que pensar más en la “teoría”, por así decir. Esto tenía una parte de riesgo, que el capítulo se convirtiera en algo estanco y explicativo, pero justo por eso también era un reto”, explica Isabel Peña.

Emergencia

Para Alberto Marini “el colectivo de médicos y paramédicos se ha ganado con creces ser el emblema de esa sociedad que resiste y se sobrepone a la adversidad. Hemos elegido a un hospital por el ser el lugar donde más visibles e inmediatos serían los efectos de la catástrofe, pero también dónde el ser humano seguiría dando lo mejor de sí mismo”, reflexiona.

Confrontación

Muestra “un oasis en medio del horror que se intuye fuera. Los vecinos se mueven a lo largo del capítulo en los límites entre la civilización y la barbarie, y son muy conscientes de ello y lo sufren”, describe Isa Campo, que señala el poder de un grupo cohesionado para sobrevivir y también su lado oscuro: “hacer una comunidad implica excluir a los otros. La protagonista adolescente se encuentra en plena fase de rebeldía y con el sentido de la justicia intacto y nos planteamos si el oasis no será en realidad una cárcel, si la cooperación no será exclusión.”

Supervivencia

“Alguien con los conocimientos y experiencia de un cabrero trashumante o de un trabajador del campo tiene más opciones de sobrevivir que la propietaria de una enorme finca llena de tierras que no sabe trabajar o que un guionista que no sabe plantar un tomate”, desgrana Araújo sobre el cambio en el sistema de prioridades de la sociedad en caso de apagón. “Las ciudades se convierten en un lugar durísimo del que huir y el campo pasa a ser el espacio al que migrar para sobrevivir”, apostilla.

Equilibrio

Para el final plantearon “una vía alternativa de vida gracias a la experiencia del apagón”, detalla Araújo. “Desde el principio tuvimos claro que queríamos hacer un último capítulo luminoso, un atisbo de esperanza, aunque el camino sea arduo” manifiesta Isa Campo, que cita a Alicia, la protagonista del episodio cuando “en un momento dice ‘hay un apagón, relájate y disfruta’. Pues eso”.

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