Oriol Paulo: “La precisión del guion es clave para el suspense”

Por Enrique Aparicio · 24 septiembre, 2022

Los renglones torcidos de dios, adaptación del clásico de Torcuato Luca de Tena, es la última de las ‘Perlak’ de San Sebastián

Se ha especializado en historias que dejan pegado al espectador a la butaca, pero reconoce que su cuarto largometraje es “un paso más allá”. Oriol Paulo aceptó la propuesta de adaptar la obra más conocida de Torcuato Luca de Tena, Los renglones torcidos de dios, a pesar de que su primera reacción fue “salir corriendo”. Le asustaba el reto de trasladas a imágenes el interior de la mente de Alice Gould, una policía que se infiltra en un sanatorio para resolver un asesinato y que acaba dudando de su propia cordura. Pero tras enfangarse en la historia junto a Guillem Clua y ponerle a Gould el rostro de Bárbara Lennie, se decidió a internarse en una historia donde las armas más afiladas son las palabras. Se verá dentro de las Proyecciones especiales de Zinemaldia.

 

Ponerse al frente de la adaptación de un libro que sigue siendo referencia medio siglo después, ¿le daba vértigo?

Cuando me llamaron Mercedes Gamero y Pablo Nogueroles, mi primera reacción fue salir corriendo. Me daba mucho vértigo: por la obra, por el material, por lo que significa… Insistieron y empecé a darle vueltas. Llamé a Guillem Clua, con el que había trabajado en el guion de El inocente, y empezamos a imaginar cómo plantear la adaptación. Había muchos retos. Es imposible meter la novela entera, hay que seleccionar el punto de vista… Cuando me di cuenta, estaba atrapado en el mundo de Alice Gould. Presenté la propuesta y gustó a todo el mundo, la familia del autor incluida.

Hay una versión mexicana de los años ochenta, ¿les ha servido de inspiración?

La he visto, obviamente, porque además Torcuato Luca de Tena estuvo implicado en la escritura, pero no la hemos tenido en cuenta. Hemos hecho nuestra versión del material.

¿Cuál ha sido el mayor quebradero de cabeza al trasladar la novela a la pantalla?

Lo más complicado era intentar explicar cómo funciona la cabeza de Alice. Hay una secuencia, que no está propiamente en el libro pero que recoge algunas cosas que le dice su voz interior, que es clave. Eso fue muy difícil, trasladar una voz interior que en el libro está tan presente. Pero hacía falta para colocar al espectador en el lugar adecuado para acompañar a Alice en su viaje.

¿Cuándo se convirtió Bárbara Lennie en Alice Gould?

Muy pronto. En pandemia, de hecho. Teníamos una escaleta y, antes incluso de ponernos con el guion, llamé a Bárbara y le hablé del proyecto. Yo solo me la imaginaba a ella, y fue una suerte que le gustara la novela. Entró como un torbellino en la historia.

Se ha especializado en cintas que tienen mucho de suspense y de juego con el espectador. ¿Cómo detecta las claves de una historia para atrapar al público?

En este caso, sabía que esa voz interior tan ambigua para la novela era lo más importante, y que el éxito de la adaptación sería trasvasarla bien a la película. La estructura es fundamental, porque la manera en que colocas las piezas decide cómo el espectador se involucra en el viaje. Pretendemos que el público sienta las cosas a la vez que Alice. Es un código en el que me manejo bien, pero Los renglones… es un paso más allá.

Ese poder para atrapar al público, ¿es cuestión de guion, de rodaje o de montaje?

Está todo ligado, pero la precisión del guion es imprescindible. El rodaje requiere que te lleves a casa todas las piezas del puzzle, y en montaje sobre todo hay un trabajo de depuración. En este caso, hemos estado montando diez meses, en los que también hay que dejar respirar la película. Es importante saber hacia dónde vas y tener todas las piezas que hacen falta. En rodaje surgen matices que te llevas a casa de manera intuitiva. Muchas veces me pasa, sobre todo hablando con los actores; detecto cómo me llevo cosas que estaban ahí y que captamos charlando con los demás.

¿Cómo trabajó la dirección de actores teniendo en cuenta la información que debían y no saber?

El trabajo de mesa es fundamental, dejar claro el porqué de cada información que se da a los intérpretes. Así después surgen dinámicas, como la lucha de egos entre los personajes de Bárbara y Eduard Fernández. Daba mucho juego para articular la guerra dialéctica que tienen durante toda la historia, y que me interesaba por el uso de la palabra como arma, que ya está en el libro.

En un momento en el que la salud mental está dejando de ser un tema tabú, ¿cómo se enfrenta al retrato en su película de la enfermedad mental?

Indagamos mucho, vimos documentales e imágenes de la época para recrear fielmente el mundo de los sanatorios de entonces. Hemos hecho un casting especialmente intenso, en el que hemos usado street casting, hemos cogido a gente que suele quedarse fuera por su aspecto… Una vez teníamos ese conjunto de personas, trabajamos con un coach de movimiento para que les diera a cada uno su diagnóstico, su personalidad, y así conformar una figuración que es un personaje más, tiene vida propia. 

Los renglones… se verá en San Sebastián, ¿cómo valora su presencia?

Para nosotros es un bautizo, nos hace muchísima ilusión formar parte de un entorno tan especial.

La cinta se estrena el 7 de octubre.

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