¿De dónde parte La llegada del hijo?
Después de nuestra primera película nos propusimos compartir un nuevo desafío, explorando otras dimensiones referidas al universo femenino. Buscábamos crear una continuidad simbólica con La novia del desierto, poniendo ahora el foco en una protagonista, en este caso Sofia, y en su relación con muchos mandatos hegemónicos establecidos puertas adentro, por su propia familia: su madre y su hijo adolescente.
Así surge La llegada del hijo, un proyecto que nos enfrentó a preguntas incómodas en relación a la maternidad y a sus representaciones históricas; en general basadas en modelos rígidos, que desde lugares silenciosos y muchas veces inconscientes nos siguen condicionando en nuestro día a día.
Nuestra protagonista se ve inmersa en una disyuntiva que nos invita a reflexionar sobre los límites del amor maternal. Un concepto sagrado que nos han ensañado durante siglos casi como un único destino posible para una mujer, pero que ella se anima a desafiar, no sin luego pagar las consecuencias de su decisión radical.
Puntualmente, y trayendo la idea un poco más a tierra, la historia surge también de una pregunta que nos hicimos: ¿qué sucede cuando un hijo no cumple las expectativas de una madre? Aquí sentimos que los significantes se ensanchan, se vuelven universales, abarcándonos a todos, desde nuestros lugares de hijos pero también desde el rol que posiblemente vamos a desempeñar en la crianza de generaciones futuras.
Los afectos son imprescindibles en esta historia, lo que debe de traducirse en un enorme trabajo de dirección actoral.
El trabajo con los actores es una arista de la dirección que nos apasiona. Creemos que este proceso comienza en la instancia de casting, porque muchas veces allí ponemos a prueba ideas, escenas, incluso personajes que esgrimimos como guionistas y que se confirman, rebaten o profundizan cuando los intérpretes ponen el cuerpo y le dan vida a lo que planteamos en una hoja de papel.
¿Cómo abordaron el proceso de casting?
En este caso particular, la película presentó el desafío de trabajar con personajes que transitan dos épocas. Ambas están articuladas a partir de un hecho bisagra que los va a marcar para siempre. Es esta tensión la que nos permitió delinear infinidad de capas para nuestros personajes, tan magníficamente interpretando por nuestro elenco.
«La maternidad hegemónica tiene un sentido ya obsoleto para la mayoría de nosotras»
La película mira a la maternidad no hegemónica, su protagonista rompe con todos los cánones.
Definitivamente sí. El rol de la mujer se viene transformando día a día en nuestra sociedad e inevitablemente eso tiene un eco en la perspectiva que construimos como madres y padres futuros, en relación a los mandatos y a la necesidad de incondicionalidad que sugieren estas figuras de cuidado hacia las siguientes generaciones. Varias aristas de las relaciones maternofiliales se ponen debajo de la lupa en nuestra película, con la intención de rever, revisar e interpelar esos vínculos.
Existen, en la vida real, tantos modos de maternar como madres hay en el mundo, pero son solo los modelos hegemónicos los que tienen voz, construyendo un sentido ya obsoleto para la mayoría de nosotras. Nuestro desafío, como escritoras y directoras, era entrar en un territorio desconocido, aún virgen, para crear un imaginario nuevo, que acerque otras formas posibles de ser madre, pero sobre todo mujer.
También aportan una mirada al duelo muy inusual, ¿qué esperan que se encuentre el público?
La película propone al público la posibilidad de sumergirse en un universo tan intenso como sensorial. Un viaje de ida, a partir del cual pueda revisitar lugares propios y desde allí construir significados diferentes.
Deseamos generar nuevas preguntas, abriendo el juego a otras formas de maternidad que no necesariamente cuenten con la abnegación y la entrega incondicional hacia ese hijo “que se trajo al mundo”. Este corrimiento de los modelos clásicos, deja a Sofía “a la intemperie”, pero en un lugar mucho más sincero con ella misma.
«El ensanchamiento de los límites amorosos y sexuales es una conquista frágil»
Se meten de lleno en el deseo y en la orientación sexual, a través de tres mujeres de diferentes generaciones, y se advierte en ellas la evolución social, ¿temen que eso se frene con los avances de la extrema derecha?
Exactamente. Las tres mujeres – Sofía, Ángeles y Sara– fueron construidas con la intención de poder intuir esa línea de avance. En relación a la pregunta puntal, no podemos desconocer que esta evolución – como bien llaman – está en riesgo. Es alarmante lo que sucede en nuestro país, pero también lo es a nivel mundial. El ensanchamiento de los límites amorosos y sexuales, las etiquetas más laxas y la libertad en relación a cómo se percibe cada quien han sido grandes hitos en los últimos años en relación a este tema, pero es una conquista frágil, que puede volver atrás rápidamente.
En nuestra película, justamente, tratamos de movernos de esas posiciones estancas, en donde el amor suele ser caratulado como filial o romántico. Justamente, lo rico de estas relaciones que convocan al universo de las emociones, es su volatilidad, en el sentido de no cuadrar solo en una etiqueta. Y de descubrir su propia capacidad, en el caso de Sofía, de atravesar fronteras, permitiéndose ampliar la mirada de los demás y propia, sobre ella misma.
Hablan de la situación en Argentina, que se extiende a su cine, ¿quizá las coproducciones con otros países son la solución para seguir dando visibilidad al talento argentino?
Ojalá eso sea factible. De hecho, nuestra película es una coproducción argentino-española y sin la sinergia de ambas partes, hubiera sido imposible realizarla con los estándares artístico y técnicos que manejamos.
La gran incógnita aquí es poder garantizar, desde el marco institucional que ofrezca Argentina, las condiciones básicas para dar curso a esos esquemas de coproducciones que reflejen todos los aportes de talento argentino delante y detrás de cámara. El INCCA está un proceso profundo de revisión y transformación, todas esperamos que estén dadas las condiciones para poder seguir produciendo cine. Pero por ahora, lo que vislumbramos dadas las acciones que se están llevando adelante, es un fuerte achicamiento de las posibilidades concretas de hacer cine y una lógica de mercado que deja a muchísimos afuera, empobreciendo la diversidad de voces y quitándole al arte su capacidad de resignificar, reflexionar, interpelar y generar nuevos imaginarios sobre nosotros mismos.
Llegan a la sección New Directors de esta edición de San Sebastián, ¿qué esperan de Donosti?
Ante todo, dar a luz a nuestra película. Escuchar, sentir, vibrar con el público esas sensaciones que seguro van a despertarse en los espectadores. Es un filme que maneja un tono particular, un drama intimo que pone en tensión los límites del amor, en un sentido universal. Muy estético, muy sensorial.
Nos entusiasma mucho volver al Festival de San Sebastián con nuestra segunda película, para compartir con su público este trabajo que llevamos años desarrollando y que finalmente cobrará sentido con la mirada de los otros y la escucha atenta de ese público tan especial que es el de Donosti.