“Hacienda es una cosa muy instalada en el ADN ibérico”, afirma Diego San José, que reconoce que durante la gestación de la ficción sobre los funcionarios públicos que trabajan para la Agencia Tributaria en más de una ocasión se dijo “¡qué locura ha sido pensar en el Fisco español!”. Guionista del programa Vaya semanita, de la trilogía Vota Juan, Vamos Juan y Venga Juan, y de las películas Pagafantas, Fe de etarras y Ocho apellidos vascos, entre otras, San José es el creador de Celeste, serie en la que Carmen Machi se mete en la piel de una inspectora que el día antes de jubilarse recibe el encargo de demostrar que una estrella de la música latina ha defraudado a la Hacienda pública. Seis episodios dirigidos por Elena Trapé que ha escrito con Daniel Castro y Oriol Puig, y en los que no ha hecho “ciencia ficción fiscal”.
Orgulloso de ser guionista, Diego San José (Irún, 1978) no tiene la inquietud de dirigir. “Me fascina saber cómo va a acabar la historia que estoy escribiendo, ese factor de ser el primer espectador es adrenalina pura. Convertir la historia en realidad me interesa menos”. Y tampoco quiere ser showrunner, “que parece que se ha convertido en una especie de grado superior a guionista, y es un camino distinto y complementario. No está por encima, está en otro lado”, apostilla este profesional para quien lo más complicado de una historia es “la escritura. Genera miedos, ansiedades, dudas permanentes. Es el único peldaño de toda la ficción donde, si tú miras atrás, estás solo”.
No hay muchas series y tampoco películas sobre inspectores de Hacienda.
Lo que notaba con los funcionarios públicos que trabajan para la Agencia Tributaria, y más ampliamente con los impuestos, es que es de los temas más pertinentes a nivel político que existen Nos involucran a todos más incluso que el derecho a voto, porque uno puede votar o no, pero los impuestos nos afectan a todos, quieras o no quieras. Es la manera en la que el Estado sí o sí siempre va a entrar en tu vida. Es la cuestión política más universal y sobre la que una postura más define a alguien. Cuando llega el momento de pagar el IRPF es cuando de verdad se entiende hasta qué punto te importa lo que es de todos, lo que es de la comunidad.
Los inspectores de Hacienda son los intestinos del Estado, son un vehículo tremendo para hablar de la política. Es una figura que culturalmente, incluso a través de los chistes, en la que el tópico siempre es alguien al que le tenemos miedo. Es un malo social. Y es curioso porque su función es la contraria supuestamente, porque lo que tienen que hacer es quitar a los que más tienen para que llegue a todos unos mínimos del Estado del bienestar.
Son denostados tanto por los ricos como por los pobres.
Es de las pocas cosas que pone de acuerdo a las dos Españas. Toda la gente los odia. Detecté que podía haber un héroe muy interesante y, además, un perfil de personaje heroico que es totalmente contrario a lo que suele ser el thriller en su versión más icónica. Un inspector de Hacienda es casi lo contrario que el típico agente de policía alcohólico, con pistola debajo de la cama. Sara Santano (Carmen Machi) es la segunda de su promoción y lleva 30 años dedicados a la Agencia Tributaria. Quería jugar a la comedia con esta mujer superdotada, intelectualmente valida y elocuente, no iba a ser torpe ni se iba a equivocar constantemente para facilitarme a mí los chistes. Al contrario, es una mujer brillante y es divertido seguirla en sus investigaciones.
Admita que el contexto es árido. Uno de los personajes dice que la gente prefiere que le salga un bulto en la ingle a recibir una carta de Hacienda.
Esa es una de las frases que salió en las entrevistas que tuve con inspectores de Hacienda. En muchos casos, cuando te documentas quieres aprender cosas técnicas, pero aquí quería indagar en la parte humana, personal, tanto de los inspectores como de los asesores que defienden a la gente que trata de pagar lo menos posible, y que serían como el villano del thriller porque, desde fuera, son personas que se han pasado al lado oscuro.
Una pregunta que les hice a todos los inspectores reales con los que estuve –también está incluida en la serie– es: cuando van a una boda y están sentados en la mesa con gente que no conocen, siempre hay alguien que pregunta ¿a qué os dedicáis? Y cuando eres inspector de Hacienda, ¿dices la verdad o te inventas una excusa? Quería saber que hay detrás de las personas que para nosotros solo son amenazas. Hacienda es un mundo que todos tememos, pero pocas veces nos ha interesado descubrir o entender.
«Queríamos hacer una serie sobre la gente que jamás protagoniza una serie»
¿Les sorprendió que alguien quisiera hacer una ficción sobre ellos?
Mucho, pero en el fondo les hacía ilusión. No podían creer que su vida de papeles, de oficina y ordenadores, estaría en una serie que les mira con cariño y empatía, los humaniza. Para nosotros, ese era el gran aliciente: hacer una serie sobre la gente que jamás protagoniza una serie.
¿A qué conclusiones ha llegado después de tratar con el Fisco español y sus funcionarios?
Me ha permitido entender mucho más a la gente que sacrifica su juventud para formar parte del Estado. Entre los 20 y los 30 años deciden parar sus vidas durante seis años para presentarse a una durísima oposición de la que salen expertos en fiscalidad, derecho, economía… para intentar que las cosas funcionen bien a nivel de todo lo que nos rodea. Hay que ser muy generoso para decidir dejar de ser joven y poner por encima una función pública a tu propia diversión y disfrute. Y los sueldos no son tan alucinantes.
Cariño por el payaso blanco
Lo ‘normal’ hubiera sido que la protagonista fuera Celeste (interpretada por la artista mexicana Andrea Bayardo), la gran estrella latina.
Me gustan las comedias que se ubican en lugares que no son luminosos. Entre un chalet en Miami con derroche de dinero y belleza o una oficina construida en democracia que no ha renovado el gotelé en 30 años, prefiero lo segundo. El tipo de comedia que más me gusta, incluso como espectador, tiene más que ver con el hambre que con el lujo, con Azcona y Manolo Summers más que con la comedia norteamericana. Hacienda es muy España, que es un país donde las gestiones burocráticas forman parte de nuestro día a día de manera insistente, y creo que las comedias que hacemos aquí pueden ser mejores o peores, pero tienen que hablar mucho de lo que nosotros somos y no imitar patrones anglosajones. Celeste y Sara son las dos caras de la misma moneda, son dos tipos de mujeres diferentes, ambas brillantes en lo suyo, pero casi en lo contrario. Una trabaja oculta para la sociedad, hace una función alucinante que puede recaudar miles de millones de euros, pero nadie lo sabe; y la otra los genera con éxito a nivel físico, luminoso, show business y espectáculo. Una es queridísima por todos los hombres y mujeres del planeta, y la otra es odiada por todos los hombres y mujeres del planeta.
Los famosos siempre están en el punto de mira de la Agencia Tributaria. El caso de Celeste guarda paralelismos con casos muy mediáticos en nuestro país.
Nos interesaba mucho estar siempre al borde del límite, sin caernos, pero tampoco estar muy lejos del precipicio. Lo que queríamos es que un personaje que nunca había hecho nada al límite, por primera vez en su vida y a punto de jubilarse coquetee con la posibilidad de obsesionarse un poco de más. Hemos sido supervisados por profesionales –inspectores y asesores fiscales– para que todo lo que ocurre en la serie tenga muchísima verosimilitud.
¿Es Celeste una serie de denuncia?
Vota Juan era sobre políticos, pero no se hablaba mucho de política, y aquí no hay políticos pero se habla muchísimo de política. Hemos intentado meter todas las voces respecto a lo que la gente piensa de los impuestos, que es lo que uno piensa sobre el Estado. Es denuncia sin presumir de que lo es.
«Soy guionista, siempre he tenido en el ADN el carácter secundario»
Carmen Machi está acompañada por Manolo Solo, Antonio Durán Morris, Aixa Villagrán, Clara Sans, Patrick Martino y Marc Soler.
Tengo mucho cariño a los secundarios. Soy guionista, siempre he tenido en el ADN el carácter secundario. Las personas que no están siempre en el foco son el aliño que permiten que las historias estén bien. Carmen Machi y Javier Cámara [protagonista de Vota Juan] son maestros en lo suyo, y están especialmente bien por el payaso blanco que colocamos enfrente.
Con Celeste, que Movistar+ estrenará en el último trimestre del año, regresa al Velódromo, donde se presentó Fe de etarras, la película que coescribió con Borja Cobeaga. Además, dirigió las galas de clausura e inauguración de Zinemaldia 2018.
Y fui jurado joven dos años, y eso a cualquier guipuzcoano le cambia la vida porque es un chute de cine. No recuerdo haber elegido la comedia, pero ver en el Velódromo Algo pasa con Mary con más de 3000 personas me impactó mucho y me cambió la percepción del hecho de lo que es el humor. Esa especie de comunidad gigantesca que provoca el Velódromo me parece el lugar más querido, sobre todo para los que somos de allí porque en el colegio te llevan de visita, es el primer contacto que tienes con el Festival, así que es como volver a los primeros síntomas.
¿Qué función debe cumplir una televisión en 2024?
Hemos tenido toda la vida una televisión en abierto a la que se le pedía una cualidad cuantitativa. Ahora, las plataformas deberían aportar en lo cualitativo, ya no importa solo cuánta gente te ve, sino que se ubiquen en distintos nichos. Algunas querrán prestigio, otras conectar con gente joven, otras tener una cara ligada a su marca…
Hoy día se producen gran cantidad de series, ¿le preocupa que haya una burbuja y que pueda estallar?
Si esto se mantiene desde hace años es porque hay un público y una rentabilidad económica. En el audiovisual siempre nos cuestionamos mucho, nadie dice que haya una burbuja literaria y todas las semanas se publican centenares de libros. Las series son muy solicitadas y si no hubiera tanta gente viéndolas, no se harían tantas porque las plataformas no son ONG.