Albert Serra tiene mucha curiosidad por ver cómo reacciona el espectador ante un tema tan controvertido como es el de los toros en la que es su primera película documental, Tardes de soledad. “Todas mis películas asumen riesgos. La pena es que la polémica pueda enturbiar la percepción de esta obra, al no tener el público la inocencia necesaria para apreciar la experiencia cinematográfica que mostramos”, recalca el director catalán, que retrata al diestro peruano Andrés Roca Rey en las tardes que juega con la muerte frente a un toro bravo.
El creador catalán, que tiene muy presente que lo que a él le fascina no tiene que fascinar a todo el mundo, aspira por primera vez a la Concha de Oro con esta producción que llegará a las pantallas a principios de 2025 a la que pone números: dos años de rodaje en los que ha rodado 14 corridas de Roca Rey y del matador sevillano Pablo Aguado –con este último material rodará otro filme– con 6 y 7 cámaras en cada plaza. “Ha sido difícil porque el toro se mueve mucho, todo era imprevisible”, recalca el autor de Pacifiction, Honor de caballería y La muerte de Luis XIV.
Es fiel a su propósito de hacer una película que no se parece a la anterior.
Era una de las premisas, y creo que lo he conseguido. Otro de los postulados era trabajar sin ningún tipo de idea a priori de lo que iba a hacer, una actitud que también tengo en las películas de ficción, pero en el documental es más pertinente. Aquí me he ceñido a lo que me iba dando la realidad. Evidentemente, luego hay un proceso de selección, hay un gusto y unas cosas van a sobresalir más que otras, pero filmar así es único en el sentido de que muy poca gente se enfrenta al documental sin tener ningún interés de decir nada.
No hay mejor fuente de inspiración que la realidad.
Aquí tratamos un tema que tiene una espectacularidad intrínseca, por lo que hay que estar muy atento. Hemos rodado las corridas que hemos rodado, no me puedo inventar una cosa que no está en lo que he filmado. Hay varias cogidas espectaculares, pero podíamos habernos pasado dos años sin tener ninguna.
¿Es aficionado a los toros?
De pequeño fui a ver muchas corridas con mi padre. Luego he tenido conversaciones con mi amigo Salvador Boix, el apoderado de José Tomás, que también es de Banyoles. Tengo un conocimiento de base suficiente para no ir a ciegas, para entender las posibilidades, las cosas que se pueden filmar y no tener prejuicios por enseñar esto o aquello. Además, antes de hacer Tardes de soledad leí mucha literatura sobre el tema. Aquí la clave ha sido la tecnología digital, ya que ninguna película de toros es posible sin esta herramienta.
La tauromaquia siempre ha estado asociada a las artes, también al cine, que cuenta con un interesante muestrario de películas taurinas. ¿Cuál es su favorita?
Una mexicana, Torero, que documenta la vida y carrera del matador de toros Luis Procuna. El problema que había antes es que o tenías toreo o tenías un actor. Con la tecnología digital lo que se consigue es que el torero tenga una dimensión de fantasía, a pesar de ser un documental. Y luego está la plasticidad del toreo, y ese barroquismo contribuye también a que sea más fantasioso. La tauromaquia es muy cinematográfica y, aunque todo lo ritualístico está presente, hemos evitado mucho el folclore porque te metía otra vez en la tierra de la normalidad del documental, de lo prosaico, de lo banal. Aparte de reflejar un arte, la película pretende ser una obra de arte.
«La tauromaquia es muy cinematográfica»
Su documental muestra la eterna lucha entre Eros y Tánatos, la vida y la muerte.
El nivel de exigencia de Roca Rey es muy grande, sean los toros buenos, malos, medianos, grandes o pequeños. Su compromiso está llevado al extremo. Este drama entre la vida y la muerte él lo representa a diario, y eso es lo que da transcendencia a la película, por eso se va a ver en muchos en festivales internacionales [tras su paso en Zinemaldia viajará a Nueva York, Tokio y varios países europeos]. He tenido acceso a muchas cosas que nadie ha tenido: en el callejón, vamos a escuchar a su cuadrilla, sus diálogos, lo que ellos viven y sienten.
En el cine es muy importante la fotogenia.
Sí, en sentido espiritual, profundo, no porque sea guapo. A Roca Rey le miras todo el tiempo porque estás intentando buscar qué está pensando, cuáles son sus razones para ponerse delante de un toro. Lo que he hecho es el retrato nada tendencioso de un personaje con el que he hablado escasos minutos durante los dos años de rodaje.
Usted no juzga, tiene fe en lo que ve.
Si lo hiciera, estaría imprimiendo mis ideas en la película. Es mucho más honesto estar al servicio de lo que la realidad te va a ofrecer, y más en un documental, que es para buscar las cosas buenas de los malos y las cosas malas de los buenos. Con esto quiero decir que no tienes que tener ningún prejuicio. Lo que se ve en la película no se puede decir con palabras sino con imágenes, que son las que van revelando cosas que nunca has visto ni oído.
«Un documental es para buscar las cosas buenas de los malos y las cosas malas de los buenos»
El mundo de los toros siempre trae polémica.
Porque está el tema de la vida y la muerte, que es algo de vigencia eterna. No se puede tratar como un simple espectáculo de entretenimiento. La tauromaquia es una cosa de fanáticos, pero los que están en contra también son muy fanáticos.
El partido animalista PACMA ha solicitado al Festival de San Sebastián que retire Tarde de soledad porque «humaniza una práctica violenta».
Quiero que vean la película, porque hacer declaraciones sin haberla visto es de una superficialidad que da un poco de pena. El tema, inevitablemente, genera controversia, pero creo que el público irá bien servido a todos los niveles, sobre todo cinematográficamente.
Confiar en el autor
Siempre ha dicho que el Festival de Cannes es el sitio perfecto para presentar su cine. En esta ocasión está en el Festival de San Sebastián.
Cannes fue en el primer sitio donde me reconocieron y allí me quedé. Lo importante es la película, no el festival. Tardes de soledad es muy rica, da para pensar, para reflexionar. Es una experiencia cinematográfica pura.
Lo importante es que los grandes festivales están dando espacio al cine de autor más complejo.
Las omnipresentes plataformas apuestan por trabajos que siempre tiene que funcionar y que no pueden tener riesgo, porque el espectador se puede distraer en casa mirando el móvil. Hacen productos mucho más calculados, menos libres y mucho menos personales, y el cine de autor es lo contrario de esto: es la visión personal completamente arbitraria, que refleja un universo que no siempre tiene lógicas perfectas o lógicas de entretenimiento.
La existencia del cine de autor es más necesaria que nunca y tiene una audiencia que va aumentando. Su crecimiento es pequeño, pero sostenido. Y esto solo se mantiene si haces una cosa diferente, que es lo que hace que te miren a ti y no a otro.
La etiqueta de cineasta en los márgenes siempre cuelga de su nombre.
No me veo haciendo algo que no sea un poco audaz o desafiador, lo que inevitablemente me pone en el margen. Ha pasado el tiempo y el público se ha dado cuenta de que hay una obra, un autor que tiene unas constantes propias, que no era una pose provocativa. Y ha ido apreciando que hay una seriedad, un propósito de ir buscando cosas, de no caer en las trampas ni en la facilidad.
Ofrecer al espectador algo que no ha visto siempre es arriesgado porque tienes que buscar algo original, lo que no es tan fácil, y puedes provocar rechazo porque la película no salga bien. Como en un futuro cada vez más cercano todo se podrá hacer con algoritmo, será falso, ypienso que la gente querrá ver algo real y para ello tendrá que confiar en el autor.