Manuel Martín Cuenca: “No me gusta ser complaciente”

Por María Gil · Fotografías de Marino Scandurra · 22 septiembre, 2021

Aborda la maternidad a cualquier precio en La hija, thriller con el que regresa por quinta vez al Festival de San Sebastián

A la hora de encontrar historias, Manuel Martín Cuenca no distingue “entre la literatura y la vida”. En su nueva película, es la realidad la que le ha inspirado a abordar la maternidad, a través de un matrimonio desesperado por tener hijos, que encarnan Javier Gutiérrez y Patricia López Arnaiz, y que llega a un peligroso acuerdo con una adolescente embarazada, interpretada por Irene Virgüez Filippidis. Esta joven actriz no es el único descubrimiento para La hija del cineasta andaluz, que también ofreció al grupo Vetusta Morla el reto de crear por primera vez una banda sonora para el cine. “Yo no quiero hacer lo que ya sé, sino lo que no sé”, asegura el director de Caníbal y La flaqueza del bolchevique, que tras el paso por el Festival de Cine de Toronto, presenta la cinta en Donosti, en sección oficial fuera de competición.

 

Viendo La hija es inevitable acordarse de los casos de bebés robados en España o del debate en torno a la maternidad subrogada. ¿Son asuntos que le preocupan?
Uno de los grandes temas del ser humano es la reproducción, la vida, la paternidad, la maternidad, la familia. Todo eso en un momento en el que la ciencia, la tecnología y la sociedad han cambiado en ese sentido. Antes quién podía tener hijos los tenía, pero ahora existe la fecundación in vitro, la maternidad subrogada, etc. Todo eso estaba como un tema a tratar cuando estábamos escribiendo. Pero tratamos de reducirlo a un solo caso.

La hija es una película sobre quién tiene derecho a qué, intentando entender a todas las partes. Lo que hace esa pareja es una aberración, pero se sienten legitimados por el dolor de no haber podido tener hijo y el amor que pueden dar.

Es un tema realmente complejo y queríamos que estuviera en el trasfondo, aunque luego la cinta fuera simplemente una historia esencial entre animales, en el buen sentido. Dos madres que quieren el mismo hijo, esa pelea casi primitiva que podría haber ocurrido hace miles de años.

Firma el guion junto a Alejandro Hernández (es su sexta película juntos). ¿Les daba miedo, como hombres, no entender como una mujer y una adolescente pueden vivir la maternidad?
No he tenido especialmente miedo, eso la crítica juzgará si nos ha salido bien o no. Lo que he intentado es preocuparme y tratar de reflejar esa pulsión de una mujer que no puede tener hijos, esa frustración. Y, por otro lado, la pulsión de esa mujer que no sabe lo que quiere, es una niña, pero llega un momento que sí lo sabe.

Repite con Javier Gutiérrez después de El autor.
Pensé en Javier desde el principio. Él tiene una cosa muy buena que es que transmite ser una buena persona. Podía ser ese educador que te cae bien y en el que la gente confía y que luego, en realidad, utiliza todo lo que sabe hacer ayudando a los demás para su propio beneficio y el de su mujer. Yo le pedí que engordara siete u ocho kilos para esta película y que se hiciera más rural. Cuando empezamos a escribir el guion y yo ya sabía que iba a ser Javier y de hecho le pusimos su nombre al personaje.

Al igual que a la protagonista, Irene, que comparte nombre con la debutante Irene Virgüez Filippidis.
Es algo que me gusta hacer. Pasó en La flaqueza del bolchevique, el personaje en la novela se llamaba Rosana y yo le puse María, cosa que no le gustó mucho a Lorenzo [Silva], pero luego me lo perdonó. Eso de alguna manera impregnaba a la protagonista de la personalidad de la propia actriz.

A mí no me interesan las interpretaciones o la técnica, sino las personas que hay detrás de los actores y las actrices y como conectan con el personaje, que es una cosa abstracta, pero que no existe hasta que se encarna. Me interesa la personalidad, lo que dan de una manera inconsciente.

Irene tiene una cosa muy buena, que es una sobriedad que me parece bellísima, interpretar sin parecer que lo estás haciendo. A través de algo muy interior, de la mirada. Yo le llamaba ‘mi actriz japonesa’.

Explorar las contradicciones del ser humano

La hija nos sitúa en un ambiente rural completamente aislado. ¿Es la geografía un personaje más?
El lugar es un protagonista, donde está enmarcado el ser humano, aunque su tendencia sea vencer a la naturaleza, pero la naturaleza está ahí peleando todavía.

Y por otro lado, el retrato interno de lo que les pasa a los personajes lo hago a través del paisaje. Adquiere un papel muy narrativo, yo creo que en casi todas mis películas.

Nuestra idea era un lugar en el que está la belleza y lo amenazante al mismo tiempo. Algo de cuento, tenebroso. Es claustrofóbico porque estás aislado completamente. Y eso se potencia en el espectador actual porque es muy urbanita. Yo lo veía en el propio equipo de rodaje. Les daba miedo cosas absurdas y hay gente que ha vivido así toda la vida. Pero estar a una hora de otra casa resulta perturbador. Ahora mismo llegar a un sitio donde no hay internet parece el fin del mundo.

Ha contado con el grupo madrileño Vetusta Morla, que realiza por primera vez una banda sonora, además de la canción original Reina de las trincheras.
Era fan de ellos pero no los llamé por las canciones, sino por todo lo que sentía que tenían por debajo, por la capacidad como músicos en las intros. Al escuchar la canción de Consejo de sabios me dije: este es el espíritu de música. Lo que me interesaba de ellos eran las bases sonoras, esa mezcla de música electrónica, procesada.

Ellos empezaron a trabajar a partir de la materia del rodaje, de los ambientes del sonido, de pisadas, de viento, de coches, etc. les hice una selección. Y a partir de ese espíritu, que provenía del interior de la historia, comenzó el proceso. La nana surgió a posteriori, y me gustó mucho y la utilicé dramáticamente para que la actriz la cantara en directo en la película.

No le salen películas luminosas y optimistas. ¿Los temas controvertidos y más oscuros son los que le mueven a hacer cine?
Lo que no me gusta es ser complaciente. Cuando yo soñaba con hacer películas, con 20 años, nunca soñé con hacer un cine de éxito, de complacer al espectador. Siempre soñé en hacer el cine que a mí me gustaba, que eran esas películas que te atraviesan, te conmueven, te hacen pensar, que de alguna manera suponen una experiencia, que tratan temas que tienen que ver con el ser humano, sus contradicciones, las cosas que nos pasan, el amor, el desamor, la familia y tratan de plantearte una pregunta y dejar una huella.

Ese es el cine que me sigue gustando y, por tanto, el que quiero hacer. Ponerme ‘al servicio de’ lo puedo hacer, porque tengo un oficio, pero si haces una película, con lo que cuesta levantarla, quieres que tenga un cierto sentido. Al final es una obra. Yo no escribo bestsellers, escribo cosas que a mí me importan. A mí explorar las contradicciones del ser humano como no me va a importar, si es lo que vivo todos los días. Somos la leche de contradictorios e interesantes.

¿Sus nuevos proyectos pasan por la pantalla grande o le apetece probar con las series?
En el cine me siento muy a gusto. Lo de las series y las plataformas quizá en algún momento. Donde estoy me siento libre y eso es lo más importante, poder hacer las películas que quieres hacer. Luego te equivocas, o no.

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